Llevo tiempo pensando que me gustaría dejar algún tipo de registro de mi experiencia personal y que, tal vez, algún día alguien la encuentre interesante o provechosa. Así que empecé a escribir un "diario de escritor" hablando de las etapas que he seguido y que culminará en el momento en que consiga la edición (aún no ha llegado, pero llegará).
Hay que empezar por el principio:
Sobre cómo empezó todo
Desde que recuerdo me ha gustado
vivir de mi imaginación. De pequeño nunca me aburría de jugar solo; me tomaba
muy en serio mis fantasías. Creo que mi primer método para plasmar estas
fantasías fue a través del dibujo, y en algún momento empecé también a
escribir.
De bien pequeño, me dio muy
fuerte por dibujar cómics. Mis primeras influencias fueron autores españoles
como Francisco Ibáñez, o héroes de pacotilla como Súper López. Cree mis propios
personajes: apenas recuerdo una pareja de ratones que debían enfrentarse a un
gato mecánico o a Mr. Boom, un “superhéroe” cómico cuya cabeza estallaba cuando
perdía los nervios. Por supuesto, luego intentaba vender estos cómics a mis
familiares por 25 pesetas (vaya niño pesetero).
Pronto sentí la pasión por Dragon
Ball, y los temas de mis cómics cambiaron. Éstos fueron, creo, el paso
intermedio entre mi afición por el dibujo y mi afición por la escritura. Cuando
iba a segundo o tercero de primaria gané los juegos florales de mi escuela con
un relato de una página titulado “El dragón que no tenía amigos”. Recuerdo que
quería escribir algo sobre alienígenas o súper guerreros, pero ya a esa tierna
edad, pensé: “a los profes no les gustan ese tipo de historias, escribe algo
constructivo y a lo mejor ganas”. Y ése fue todo el éxito literario que he
visto en mi vida hasta ahora.
Uno de los dibujos más antiguos que conservo, de cuando tenía cinco ó seis años, creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario