Sobre mis primeras novelas
Cuando superé esa etapa tan
negra, ya con unos 15 años, empecé a escribir la que podría ser llamada mi
primera novela. Estaba ambientada en un mundo muy influenciado por Warhammer, y
el protagonista era una versión de mí mismo de 19 años, un alter ego nacido y
educado en ese mundo (no en vano, la novela estaba escrita en primera persona y
no era más que una de esas fantasías adolescentes). Así mismo, los principales
personajes eran mayormente versiones de mis compañeros de clase. La novela se
quedó inacabada, y la finalicé unos años después sólo por darle una conclusión.
Ocupaba 64 páginas en Word, y era otra de esas historias personales e íntimas
que nadie debería ver nunca.
A estas alturas, me encontré con
un problema. Estaba muy orgulloso de lo que escribía, pero no podía compartirlo
con nadie. Así que a los 16 empecé otra novela con situaciones y personajes que
no estuvieran íntimamente relacionados con mi persona y mis frustraciones. Se
llamaba “Deus ex machina”, y trataba
principalmente sobre la pugna de Olaf, un inadaptado montaraz, contra una
sociedad fuertemente teocrática, todo ello mientras crecía la amenaza de los
misteriosos trasgos. Tenía algunos personajes bastante interesantes, como un
duende (mi versión de un “duende”) bastante canalla. A diferencia de mis otros
escritos, éste estaba narrado en tercera persona. Al final, acabé lo que sería
el “primer tomo”, que constaba de 45 páginas de Word, y que dejaba la historia
por concluir. Pronto vi que ésta no iba a ninguna parte; no había planificado
nada, iba improvisando a medida que escribía, como siempre había hecho, por
puro placer. Al final perdí el interés por ella y se quedó en una media
historia.
Entretanto, había seguido
dibujando cómics, y llegué a completar algunos de mucha longitud. Era otro
formato en el que contaba mis historias. A los 17 años conseguí, al fin, un
grupo con el que jugar a rol, algo que llevaba tiempo deseando. Desempolvé un
antiguo manual de “Warhmmer fantasía: el juego de rol”, y me dispuse a ejercer
de todopoderoso master. Y aquí fue cuando surgió mi primera verdadera novela.
No sé a qué fin servía primero la
historia que inventé. Puede que fuera una historia que escribí sobre la que
decidí hacer una aventura de rol, una aventura que se merecía ser redactada.
Pero sí sé de dónde vino la inspiración: de cuarto milenio (programa muy
cuestionable pero que yo veía bastante a menudo por aquél entonces). Estaban
contando el caso de la “torre de Jung”, y ello me alentó a escribir una
historia de miedo y de fantasmas. Estaba ambientada, cómo no, en el universo de
Warhammer, y protagonizada por Ferire Manteia. Éste personaje tiene una
larguísima historia, pero éste fue su debut como personaje literario. Lo que
empezó como una historia corta de 22 páginas, pronto empezó a alargarse. Las
relaciones que se habían establecido entre los personajes en esas páginas y el
potencial de infinitas aventuras del mundo de Warhammer me llevaron, sin ser
consciente, a embarcar a estos personajes en una aventura enorme y épica que se
extendió en dos tomos y 124.000 palabras. La terminé el 10 de Agosto de 2008.
Mientras la iba escribiendo, mi
padre, un veterano lector de fantasía y ciencia ficción, y mi novia, me iban
corrigiendo capítulo a capítulo y dándome su opinión. Cuando la tuve acabada,
pensé: “¡pero si tengo una novela con todas las de la ley!”. Y si las personas
que la leyeron la habían disfrutado, ¿por qué no intentar que la leyeran más
personas? Por primera vez me planteé la idea de poder compartir mis historias
con los demás, de presentarles a mis personajes y que los sintieran tan suyos
como yo los sentía míos. Y me gustó.
Pero “Las aventuras de Ferire” (pues tal era el ortodoxo nombre de la
novela (siempre se me ha dado fatal poner títulos)) tenía un problema: el mundo
en que estaba ambientada era propiedad de Games Workshop. Las localidades,
topografía, sistema político, el sistema de la magia y la naturaleza del Caos,
todo ello estaba demasiado enraizado en los fundamentos de la novela como para
poder alterarlo sin que ésta se viniera abajo. Incluso busqué información en
Black Library, la editorial que publica las novelas de Warhammer, pero era
imposible siquiera hacérsela llegar. Durante unos meses estuve maldiciéndome por
no haber nacido en un país de habla inglesa.
Una de las portadillas de "Las Aventuras de Ferire". Cada capítulo tenía una de estas.
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