domingo, 16 de septiembre de 2012

Diario de un escritor (IV)


Sobre Elberg



Pero no pasaba nada. Ya sabía como se escribía una novela hasta el final. Ahora iba a hacer una que pudiera publicarse. Aunque me costó mucho ponerme a ello: había vivido tan intensamente “Las aventuras de Ferire” que sentía que no sería capaz de crear unos personajes que fueran tan interesantes o que me importaran tanto como los de esa novela. Afortunadamente, me equivocaba. Retomé una antigua idea que había surgido antes de escribir “Las aventuras de Ferire”, una que se basaba en la vida de unos jóvenes en un pintoresco pueblo medieval y en cómo ésta evolucionaba hacia grandes aventuras. El origen de la idea, creo, venía de ese sentimiento que tenía cuando era pequeño, cuando, instantáneamente, era capaz de trasladarme del mundo real al imaginario, cuando la cotidianidad se transformaba maravillosamente en una aventura.


Ya existían algunos escritos de Elberg: concretamente, unos pocos capítulos repartidos en unas 20 páginas, que narraban casi exactamente lo mismo que los primeros capítulos de la novela actual. Al releerlo, me pareció que resultaba muy entretenido y rápido; condensaba mucho en pocas páginas. Sentí que tenía algo que no había sabido plasmar en “Las aventuras de Ferire”. Reescribir el principio de la novela me costó mucho, pero el resto es historia. La terminé el 27 de Abril de 2009, a los 19 años.
Este es uno de los mapas que dibujé antes de ponerme a escribir la novela. Hice tres o cuatro de estos, cada uno con un zoom distinto de la región, desde el país entero hasta esta planta del poblado. Cuando se quiere describir una población con detalle es imprescindible tener claro de antemano la forma en que está compuesta: a qué distancia se encuentra de otras localidades, cómo se distribuye urbanísticamente, en qué se basa su economía, dónde se encuentran las infraestructuras de producción, el número de habitantes, donde residen los personajes principales y secundarios...

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